Tengo tres invitados a la mesa y sólo dispongo de dos sillas. Esto representa un pequeño problema, pero fácil de resolverse: los acomodo en el suelo con una jarapa y hacemos un picnic en el salón o aparto las dos sillas (¿por qué tendría solamente dos, o por qué invité a tanta gente?) y coloco bandejitas en la mesa donde cambia el decorado y se convierte en un buffet : comemos todos de pie, mientras charlamos... por ejemplo, de comprar algunas sillas a buen precio y en el lugar idóneo...
Este pequeño problema es tangible, mensurable y de fácil arreglo y no se puede decir: "qué mala suerte tengo, vienen a casa tres amigos a comer y sólo dispongo de dos asientos con cuatro patas en mi pequeña mesa". Aquí no interviene el Azar o la Suerte. Ésta, es a veces esquiva y en ocasiones parece perseguirte pero sólo eres consciente de ello cuando en un sólo día te suceden, una tras otra, desgracias o desdichas y lloriqueos varios porque al salir de casa, te has encontrado que llovía a mares y vestías camiseta de manga corta y pantalón pirata con sandalias de verano; como llevas prisa, no te da tiempo a subir a cambiarte... llegas a la parada del bus y acaba de salir; pierdes un cuarto de hora en esperar a que llegue el siguiente. Cuando estás en la parada, un coche negro con la música (eso que el dueño cree que es música) a todo volumen, pasa cerca de ti; acelera el coche en el justo momento que pasa por encima del charco más grande que está justo a tus pies y empapa un gran porcentaje de tu persona... cuando llega el bus, subes a prisa y cuando vas a pagar el billete te percatas que no llevas suficiente dinero y la abuelilla que está justo detrás tuyo, al ver que no avanzas te golpea con su paraguas y emite unos gruñidos semejantes a palabras ininteligibles, pero sabes que es un idioma universal y te apeas del bus. Decides caminar (ya vas tarde a la reunión de ATPM) y decides llamar a tu amigo que sabes que irá a la misma reunión; coges el móvil y estás sin saldo (¡siempre sin saldo!)... "sólo falta que un tornillo de chatarra espacial, me caiga encima" (te dices). Aunque si eso ocurriese te desintegrarías en el acto y acabaría tu mala suerte... por algo soy de la Asociación de Todo me Pasa a Mí...
Si a esta pequeña anécdota de las primeras horas del día, le das la vuelta, todo cambia y todo es multicolor. Sales a la calle y resplandece el sol, llegas a la parada del bus y el conductor te sonríe desde la ventanilla y te transmite que te estaba esperando... en ese momento el coche negro y el charco no aparecen. Subes al bus y te encuentras un cartelito justo en la entrada que dice: "Día del bus. Hoy gratis todo el día"... la abuellilla que está justo detrás tuyo te sonríe porque le has cedido el asiento y te cuenta una historia increíble que te hace recordar a tu abuela; ¡cuánto la querías y cuánto la echas de menos! En ese momento suena tu móvil y recibes la llamada de tu amigo, el que iba a la misma reunión que tú, para decirte que el número que jugabais a la lotería, ha sido agraciado con uno de los premios (¡adivinad qué número!). No es mucho pero dará para tapar agujerillos... y por ejemplo, para comprar dos sillas.
Cuando llegas a la reunión, compruebas que todo el mundo está contento, feliz y te espera con la puntualidad que te caracteriza. Encima de la mesa que preside tu gran amigo, está el anagrama de la asociación con grandes letras escritas en rojo: "ATPM. Todo se Puede Mejorar". Es una asociación sin ánimo de lucro de pesimistas reconvertidos en optimistas arcoiris.
¿En qué medida depende que la pelota entre, o no lo haga? ¿Está escrito el destino? ¿Es la suerte la que interviene o hay algo más?
Si sueñas, si visualizas, si piensas en positivo, si crees que la pelota entrará, al final lo hará.
Por cierto, ya he comprado las dos sillas y ahora tengo el problema de que me visitó el destino y al no ser tangible ni mensurable, no sé qué necesito...