viernes, 1 de octubre de 2010

Cualquier tiempo pasado...

   El aroma que desprende un habano o similar, sobre todo en una tarde de domingo, me evoca un episodio en el estadio de "La Victoria" y un partido de fútbol, en el que yo bastante pequeño, acompañaba a mi padre. Siempre me cogía desprevenido cuando el equipo local marcaba, y me levantaba como un osito de peluche   lanzándome al aire,  festejando el gol y loco de alegría... tenía la sensación propia de quien se sube a la montaña rusa y en la caída, le entra el típico cosquilleo en el estómago...lástima que no hubiese cámaras como las de hoy para haber inmortalizado las ciento de veces que me veía en esa situación...
    Incluso acompañábamos al el equipo en los desplazamientos por lo largo y ancho del país, pero fuera de casa, se contenía más por la rivalidad que se podía respirar en el estadio, y en el que se guardaba mucho de festejar un gol, si eso suponía la derrota local... no es que me gustase el futbol en especial  (ni ahora tampoco demasiado), pero recordaría alineaciones de entonces en varias temporadas,  y sobre todo, cuando logró el ascenso a la segunda división.
   Lo que realmente me gustaba (y lo sé ahora) era que con el fútbol, llegaba el domingo; eso significaba qué: bajaba al estadio con mi padre al partido, o bajaba con mi madre y hermanos dos horas más tarde, a esperar la salida de la marabunta humana donde debía de encontrarse mi padre; eso, si no había bajado con él, bien por algún castigo, bien por que no me apeteciese, o mi padre hubiese considerado que el partido fuese de alto riesgo, y decidía entonces no llevarme con él... 
   Con la salida de la marea humana acompañaba siempre el característico hervor según hubiese sido el resultado  (que yo por entonces trataba de adivinar), por la expresión de cada individuo o en el conjunto total... o por los comentarios y aspavientos del entramado; como si toda la masa, fuese un único ejemplar vivo... pero había una situación especial por la que podíamos averiguar el resultado, y que ahora en el presente, sería impensable  e imperceptible por el oido humano al existir una muchedumbre mayor que en los años 60-70,  y por el tráfico rodado; que ahora multiplica por mucho al de entonces. Desde mi casa se veía parte del marcador del estadio, y aunque no disponía de unos prismáticos ni nada parecido, y era imposible adivinar el resultado por la distancia, con cada gol local o visitante, era fácil adivinar qué equipo había marcado pues se oía perfectamente el clamor y griterío de un estadio, casi siempre lleno.

    Pero lo mejor de todo era que con el fútbol, llegaba el domingo y no a la inversa; eso significaba que era día de salir a pasear, y sabíamos perfectamente que en el largo recorrido de la casa al estadio y a la inversa, había un pastel esperando en una de las poquísimas pastelerías de la ciudad...-se te llena el ojo antes que la tripa!- me decía mi padre, cuando nos pegábamos como lapas al cristal del escaparate, y siempre elegía el más grande.

   

10 comentarios:

  1. No tuve yo esa suerte de acudir a los estadios de futbol. Yo era de esos que esperaba con sus hermanos y su madre fuera del estadio y recuerdo bien que eso tambien tenia un gustillo especial que solo los niños saben paladear. A mí esas tardes de domingo futboleras me recuerdan siempre la palabra "princesa", que eran unos bizcochos alargados con azucar glasé, típicos de aquella época en la que por el parque se oía el grito de "¡la hoja!"...
    Bonitos recuerdos, que en esta época del año acuden a nosotros atropelladamente y a empujones para ver quien sale primero.

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  2. Bonita anécdota futbolera, Utopazzo. Percibo el cariño que pones en tus palabras y algo de nostalgia de esa niñez perdida. Seguro que esos pasteles te siguen pareciendo los más ricos del mundo.
    Y tiene gracia eso de que te cogiese desprevenido cada vez que el Jaen marcaba. Pero anda que lo celebrabas bien!!!

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  3. Muy cierto sparadeleite, también yo recuerdo el grito del vendedor de la hoja (propiamente dicho, era una hoja tamaño folio) y donde aparecía los resultados de las tres divisiones del fútbol español...y también recuerdo las princesas; aunque lo mío, era escoger los más grandes y con nata o merengue...luego el dolor de tripa y no poder terminar con la mole de azúcar y otras materias de las que hoy son, por decirlo así, de otra "clase"...era muy ansioso o como decía mi padre "insonrrible".

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  4. Percibes bien, gilgamesh. Realmente mi infancia fue bastante cómoda y la recuerdo con anécdotas curiosas y bastante simpáticas pues creo que fui bastante afortunado; eso sí, más pobres que nosotros en el barrio, habría pocos... es por ello que se atisba un hilo de nostalgia o melancolía. No soy de los que piensa que cualquier tiempo pasado fue mejor...fue como fue, y en general, muy bueno. Pasa que quizá dentro de bastantes años (si vivimos para verlo o contarlo) estaré posiblemente escribiendo o contando algo sobre este momento precisamente...y como la memoria es tan sabia y buena (casi siempre) lo adornará con una especia por aquí, alguna nota musical por allí y algo de lluvia autumnal, y pensaremos de igual manera sobre nuestro pasado. La verdad, nunca me quejo; creo que soy muy afortunado...al menos hasta hoy, y según mi percepción...
    Gracias de nuevo.

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  5. ¡Qué curioso Utopazzo! Nuestros días de domingo eran prácticamente iguales, con la única diferencia de que los tuyos eran activos y los míos pasivos, me explico. En mi casa también se vivía la jornada futbolera del equipo local, pero en la radio; y por las tardes también había pasteles, por supuesto, en la salita de casa.
    Un abrazo.

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  6. Buen relato Utopazzo... es curioso cómo los niños perciben la realidad; una realidad que bien poco tiene que ver con las pretensiones paternas o maternas... leyéndote he recordado también los domingos de mi infancia, para mí domingo era sinónimo de desayuno serrano con torticas de harina que mi padre preparaba en medio de un silencio sepulcral para que no nos levantásemos hasta que todo estuviese listo en la mesa, con lo que la sorpresa estaba asegurada... pero la realidad más profunda era otra: el domingo era un día especialmente festivo para mí porque al despertar comprobaba que mis padres estaban en casa, con nosotros, dispuestos a compensar con creces las forzadas ausencias del resto de la semana...
    Me pregunto qué significado tendrá en un futuro para nuestros pequeños los momentos que con tanto amor les dedicamos, ¿qué estará escribiendo en su memoria el tiempo compartido y las experiencias de los que les hacemos partícipes? ¿estaremos construyendo con ellos un legado que el día de mañana muestren orgullosos, en el que se reconozcan y nos reconozcan??...

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  7. Ana, percibo por tu comentario que a tu padre le gustaba más escuchar los partidos por radio que vivirlo en persona en el estadio (ya desaparecido) donde hasta es posible que mi padre y él, hubiesen coincidido en más de una ocasión...de todas formas intuyo que aunque te lo pasarías bien, echarías en falta por entonces, los tranquilos paseos de un domingo en una ciudad bastante tranquila por la época y poder depositar tu mirada en el expositor de la pastelería para elegir el tuyo...
    En ese pasado los pobres como nosotros, teníamos pocas oportunidades para el paseo y respirar por entonces, una atmósfera bastante más triste que ahora, pero más limpia...pero sólo en algunos aspectos; en otros, era como ver las imágenes en blanco y negro; como el No-Do del cine...
    Gracias por tu comentario. Un abrazo.

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  8. Gracias por el comentario Ángeles, ciertamente las infancia de cualquier persona marca de por vida, si no todo, parte de su futuro.
    Por suerte, compruebo que igualmente tu infancia, fue agradable y compartes conmigo la sensación de que la semana era larga, dura, debido al trabajo generalmente del padre...los domingos eran auténticamente festivos y también recuerdo que era el único día que podíamos comer arroz con carne (aunque he odiado toda la vida la carne, que por su puesto me hacían tragar o rechazaba en
    ocasiones) y el suculento pastel de la tarde...
    Respecto al significado que tendrá en el futuro para nuestros pequeños el recuerdo de su infancia, estoy seguro que será mejor con creces; pues la educación que hoy podemos ofrecer, es con diferencia mejor de la que pudimos recibir nosotros...más que nada por la experiencia que hemos ido acumulando con el paso del tiempo, la estabilidad social y todos los logros que se han ido consiguiendo; y donde nuestros padres tenían menos y peores herramientas de las que hoy en día podemos utilizar nosotros...luego, el tiempo dirá.
    Gracias de nuevo.

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  9. Verás, mi infancia transcurrió por otras tierras, pero debo decirte que mis domingos familiares consistían en irnos de excursión toda la trupe, familia numerosa, mochila en ristre, los grandes cuidando a los pequeños, descanso para desayunar, seguir campo a través y llegar hasta una fuente de agua natural y almorzar allí. Lo único que odiaba era que al volver mi padre ponía la radio para escuchar el futbol. Nunca lo entendí, porque a él no le gustaba el futbol.

    Un saludo pre-domingero :)

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  10. Muy agradecido Encarni de que entres a comentar algo, que a la vez te hace partícipe de este momento nostálgico, que veo en todos los comentarios...he de pensar que tenemos muchas cosas en común:sobre todo, la pobreza, la edad, los gustos y creo también bastante sensibilidad...no veo a un insensible siquiera acordándose que comió ayer...
    Lo de que tu padre escuchase el fútbol sin que le gustase, tiene su punto y habría que analizarlo detenidamente; ahora bien, yo te diría así, de sopetón, que lo haría más bien por parecer igual a todos sus amigos, que seguro que le gustarían el deporte del balón rodando con veintidós tíos en calzoncillos, detrás del mismo...o bien para no parecer raro, o por algo más profundo que sólo él sabría...vete a saber! Pero divertido, seguro que lo era...
    Gracias de nuevo. Saludos.

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