miércoles, 7 de septiembre de 2011

La vida (triste) de los peces

   Me veo en el ascensor en un viaje ascendente, casi interminable. Voy camino de casa y junto a mí, un pez que desprende el olor de un cigarrillo recién apagado... tal vez el único del bloque donde vivimos, que se atreve a fumar saltándose la normativa existente. Noto que es un pez como tantos otros, cuando observo de reojo su casi nulo movimiento (la estrecha cabina que nos contiene, no lo permite demasiado) y soy capaz de adentrarme en su transparente cerebro. Creo que se despide con un forzado adiós y yo le devuelvo una sonrisa tan natural, que se queda frito... visualizo su cuerpo de pez grasiento en cualquier plato de un restaurante barato adornado de su guarnición, pero no me gusta su apariencia.

   Hay peces de colores, en blanco y negro, con escudo y corona e incluso transparentes... peces que se mueven en las dos únicas direcciones que conocen: adelante y hacia atrás; para éstos, derecha e izquierda no existen. Otros, están condenados a picar el anzuelo por más que crean alejarse de la orilla, por más que se alejen en dirección contraria al barco pesquero y otros, en su huida, caen (la más de las veces) en las mandíbulas de los más grandes. También están los tiburones, que aunque éstos no son peces, se mezclan con ellos para tratar de engañarlos, y creo que siempre lo consiguen. Hay mastodónticos peces no-peces (que también lo parecen, y habitan con ellos mezclándose de forma confiada) que no saben que no son peces, pero son tan buenos, tan generosos...y pese a ser enormes, caen igualmente en la trampa que colocan  otros habitantes del acuario: los que no son peces...
    Los hay que creen caminar, que creen oir música cuando lo que oyen, son ruidos interiores con sonido de caracola marina; que creen que no son peces e incluso los que sin serlo, lo creen porque su acuario es demasiado pequeño. Me doy cuenta de ello, y miro a mi alrededor; mi acuario está adornado y creo escuchar música. Una foto de Mozart en la pared, me recuerda que lo que está sonando es música clásica. Aparece igualmente una imagen que parece ser una reprodución de un Klimt... recuerdo haber leído una gran cantidad de los libros que aparecen en las estanterías. Creo que es la memoria: lo peor de todo, es tener memoria... memoria de pez. Vida (triste) de pez.

    Cuando desperté, lo primero que hice fue apartar la sábana que debía cubrir mi cuerpo desnudo, para comprobar que no tenía aletas: al final de mi cuerpo encontré mis extremidades inferiores y dos pies con diez dedos...
 

4 comentarios:

  1. Una entrada muy elaborada, tanto en lo que escribes como lo que expones en el video. Me ha encantado la metáfora de los peces y las peceras. Cada uno vivimos en nuestra pecera, la pecera de la vida real, y luego también nos sumergimos en los sueños que son extrañas peceras que bucean con su vida propia. Y estoy de acuerdo contigo, hay peces que creer que no son peces, lo mismo su pecera es más grande y este hecho, les hacen ver o imaginar que no lo son, pero lo mismo son peces privilegiados donde las reglas de la pecera son más abstractas y parezcan que son dueños de su pecera y pueden incluso hacerlo creer, pero al fin y al cabo viven su vida de pez, donde le ha tocado.

    Un abrazo.

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  2. Encarni, puedo asegurarte que la elaboración de la entrada, es de la que menos me costó realizar, pues sueño constantemente con peces y me ofrecen gran información... hasta creí ser uno de ellos! (De momento, me he salvado...).
    La realización del vídeo, en cambio, fue más laboriosa y la oportunidad de tener en nuestra casa unos inquilinos tan dóciles, no ofrecía dudas para poner toda la carne en el asador y no sin esfuerzo (más de mil fotografías realizadas en distintos momentos del día...) colocar la cámara para los disparos inofensivos (aunque si observas a los pececillos, cómo se juntan, cómo parecen saber que algo cerca de ellos está sucediendo... con esa mirada casi humana-pez, te das cuenta que para ellos no debía ser agradable ser el centro de atención durante su larguísimo peregrinar por la pecera hacia delante y hacia atrás...) y el posterior montaje, que me llevó horas, he de decir, que estoy contigo sobre la elaboración: creo que esta vez, parece ser que he acertado en mi propósito de que los no-peces, entiendan de qué hablo...
    Creo sin temor a equivocarme (y si me equivoco, tampoco pasa nada) que el tiempo, acaba colocando a cada pez en su sitio; a los no peces, ya tratan de colocarlos otros que siendo peces, no lo saben... en definitiva un lío de peces de agua dulce, de agua salda, del aire y de la dimensión desconocida...

    Un abrazo!

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  3. Utopazzo, yo también he estado dándole vueltas al tema de los peces durante la semana que los hemos tenido como inquilinos. En las horas que paso en la cocina no podía dejar de mirar hacia la pecera, en otros momentos ocupada por un cuenco con frutas, pensando en la posibilidad, aparentemente remota, de aquellos dos animalillos fueran felices. La vida "triste" de los peces, no deja de ser una inferencia y en este caso además, a partir de datos que desconocemos, también la supuesta tristeza de un vecino o cualquier otra persona que conozcamos, quizá pensamos: ¿podría ser feliz si mi vida fuera como la de tal o cual persona, como la de esos pececillos? la pregunta de partida es errónea y las conclusiones que desprendamos de ella también.

    Supongo que Encarni tiene razón cuando apunta que cada uno de nosotros vive en su pecera particular -"Ansío las estrellas pero abocada estoy a la pecera"- pero hay que hacer lo posible por salir de esa pecera, o por hacerla más grande, más bonita, o variada, o interesante.

    Estupendo montaje ¡más de mil fotografías! y yo sin verte acercarte a la pecera...¡empleas bien el tiempo en que estoy ausente!

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  4. Precisamente, Ana, es lo que me llevó a pensar en los peces que nos rodean; cuando observaba la quasi vegetativa vida de estos seres en su pequeño mundo... estoy seguro que muchos de estos peces, no son conscientes que lo son; otros, creen que son peces y nadie les zarandea para que "despierten" y acaban en las redes, para luego de ser cocinados a fuego lento, ser engullidos sin que nada o nadie lo impida. Otros creen estar por encima y no son conscientes que viven en un perpetuo sueño que los mantiene en su acuario particular: estos mueren tontos, creyendo ser felices...
    En fin, una lectura muy rocambolesca en esto de los peces, no-peces y el mundo que los contiene. Como ya dije, sálvese quien pueda... yo de momento, he comprobado que al final de mis extremidades inferiores, me acompañan mis dos pies con sus diez dedos...

    Besos!

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