Son las seis de la mañana de un viernes 22 de julio. Nada más subirme al coche, me acuerdo que se me ha olvidado el tabaco y el encendedor; je, ya fueran todos los problemas así: nada importante.
Diez minutos más tarde, vamos camino de Villaviciosa: el lugar elegido este año para nuestras vacaciones. Tomo la carretera de Madrid, y Ana me comenta que estamos en la carretera que va hacia Úbeda; más concretamente, acercándonos a Mancha Real: nada importante, salvo los 10 o 12 kilómetros que hacemos de ida, más la vuelta, hasta encontrar esta vez sí, la dirección correcta. No pensamos hacer un descanso hasta llegar a Madrid; para desayunar sobre las 9:00 AM. Cuando ésto ocurre, estamos metidos de lleno en la maraña de autovías, carreteras, que dan a todas direcciones salvo la que buscamos, eso sin contar que antes de llegar a Madrid, me equivoco de autovía y cojo una de peaje, para realizar unos cortos kilómetros... habiendo pagado antes, o estaríamos allí aún esperando a que se levantase la barrera.
Cuando conseguimos ver la dirección correcta (con nuestro GPS improvisado e impreso en folio DIN A4) creo que es tarde, pues le pregunto a Ana si esos indicadores que nos hemos dejado atrás, eran los que buscábamos, y mirando el "libro de ruta" asiente afirmativamente: nos hemos pasado. Una odisea de nuevo en Madrid; como siempre.
Cuando abandonamos el caos circulatorio de la M50, M40, M30 y todas las "emes" que existen, nos detenemos en una gasolinera para repostar y de paso, desayunar: hete aquí, que la susodicha, (debe de ser una de las pocas que hay en Madrid y alrededores) no dispone de cafetería. Volvemos a salir y unos kilómetros más adelante (con el estómago vacío y la mente nublada) encontramos una gasolinera y "voilà", ésta sí que tiene restaurante: aquí hay que hacer un punto y aparte pues por un momento y justo al flanquear la puerta de acceso donde encima de la puerta dice: "Ciao", (palabra italiana que igual se utiliza par dar la bienvenida, como para decir adiós...) creo entonces haber viajado en el tiempo y me encuentro en una típica cafetería- restaurant de Texas, EE.UU. Decidimos tomar al pie de la letra el palabro en italiano, y dar marcha atrás para despedirnos, no sin problemas para encontrar la salida.
Por la noche tuve un micro-sueño donde se recreaba la situación, y al tratarse de un "Autoservicio" (además de carísimo -palabro igualmente italiano que viene a significar "queridísimo" o "inaccesiblísimo"-) me veía detrás del mostrador moliendo el café con un molinillo antiguo, preparando las tostadas, y sacando del frigorífico la mermelada y margarina... luego exprimiendo unas naranjas (previamente recogidas del naranjo que hay en el huerto) para un zumo de naranja para Pablo, y saliendo luego al mismo lugar a recoger un tomate, para preparar un tostada con aceite (previo rallado del tomate) para Ana... luego, pasando por caja.
Había más situaciones cómicas con ésto mismo, pero con un autobús de turistas despistados (como yo) donde acababan realizando todo tipo de labores como: arreglo de la zona ajardinada, limpieza del parque infantil, preparado de bocadillos (unos 90) para el personal del bus, y un largo etcétera, para luego pasar por caja a pagar las consumiciones... todo de lo más absurdo y cómico.
Aunque realmente llegamos estupendamente a Villaviciosa por fin, habiendo pasado por San Rafael, donde pudimos desayunar como en casa (sin autoservicio -aquí aparece una paradoja-), en León para comer (en una cafetería normal y corriente donde había gente tapeando y abuelillos encantadores contándose sus batallitas...), y por fin al apartamento rural que unas doce horas antes, habíamos visualizado en la salida; mi sueño (o mejor dicho un "sueñodillo", que vendría a ser algo así como un sueño que sin ser pesadilla, se vuelve "pesasueño"...) que tantas veces me ha perseguido, se haría realidad unas horas después en la playa de Rodiles: tanto jugar con la cámara cerquita del mar, y esta vez, se ahoga sin elementos naturales o metafísicos, para reanimarla... como ya sucedió una vez con anterioridad.
Nuestras vacaciones... y el anunciado adiós de mi cámara... from
Rafa Ordóñez on
Vimeo.
Nota: A la impresión de estas febriles letras engarzadas unas con otras para formar frases, con más o menos significado y algunas que otras rarezas, por tratarse de mi condición "imán" para atraer a las mismas, he de confesar que la cámara (mi vetusta, pero fortísima cámara ) ha vuelto a ser reanimada, aunque reconozco que esta vez, no tiene la salud de antaño: ahora le falta algo de chispa, alegría... y de vez en cuando durante la madrugada, creo escuchar estornudos metálicos, aunque leves...