martes, 28 de septiembre de 2010

Directe al cor

   Conocí a Juan a comienzos de los años 80. Venía de Terrassa, me dijo; y comencé a llamarle "en Joan" desde entonces. Recuerdo cómo en un desvencijado radiocassette, colocaba  unas cintas con la música que él había escuchado en su ciudad natal; entonces nos intercambiábamos esas cintas y comencé a escuchar a Lluis Llach, Mª del Mar Bonet...no podía entenderlas pero en aquellos años donde aún estaba lejos el invento de Internet, comencé a buscar la forma de traducir esas canciones que llenaron parte de mi aprendizaje musical, y encontré a través de una famosa distribuidora de libros, un diccionario,  varios libros de literatura y gramática catalana, y comencé de una forma autodidacta, a "aprender" un poco, a traducir (intentarlo más bien) aquellas canciones; y entre lo que él sabía del idioma, que era muy poco; pues en su casa hablaban el castellano quizá por miedo a la represión existente, y mis "estudios", nos poníamos a parlotear entre nosotros dos, y desatábamos la antipatía e inquina entre nuestros amigos...luego me llamaban "el catalán" pero a mí me hacía gracia y además me servía para profundiza más aún en el tema.
   Recuerdo que a base de intercambiarnos música, él también aprendió a saborear el "Tubular bells" de Mike Oldfield, mas cuando lo escuchaba al principio, se reía de mí y sentenciaba que era muy raro...pero acabó gustándole. Recuerdo perfectamente cómo un día por la tarde, estaba Juan  escuchando algo de esa música, y el padre harto (entre otras cosas) de oir una y otra vez aquello que no  llegaba a comprender, cogió el radiocassette, y lo lanzó por la terraza del segundo piso en que vivían, aterrizando en la plaza para hacerse añicos...una forma muy directa de decirle, que aquello no le gustaba. ¡Y qué decir de la música clásica!; se reía de mí con auténtica malicia y más tarde, lo "convencí" para que escuchara algo...años después, escuchaba  con vergüenza disimulada en mi presencia, las sinfonías de Mozart...
    Este pequeño repaso a mi memoria, me lleva a la siguiente conclusión: ¿A caso no decimos que algo no nos gusta por el simple hecho de no querer parecer raros ante los ojos de los individuos que nos rodean? Creo que a veces, sí. Escuchando este tema de Llach, por ejemplo, no hace falta saber catalán, para entender perfectamente lo que transmite; ¿No escuchamos en nuestra juventud temas en inglés de los Rolling, los Beatles o Supertramp, y no entendíamos nada de nada...? ¿No hemos ido aprendiendo con el paso del tiempo a entender una música, que al principio nos parecía rara, o nos negábamos a escuchar, para distanciarnos de aquellos, que por el simple hecho de gustarle, creíamos que eran más cursis,  pretendiendo con ello parecer más "cultos" o diferentes? Creo que a veces, me ha sucedido; y me viene a la memoria una frase sobre el gusto musical, aunque no sé si es un chiste o una sentencia genial;  aunque daría igual, y de todas formas no recuerdo quién la pronunció o dónde la escuché; venia a decir: Dios, escucha al Bach en el cielo; pero en la intimidad, escucha a Mozart...bonita frase; si hasta Dios tendría vergüenza de confesar que le gustaba más Mozart que el mismísimo Bach!...bueno, esto último sí es un chiste...
   Escuchando, leyendo, mirando...aprendemos y de paso. nos miramos en un espejo y nos decimos: no sé quién es ese de ahí, y aunque creo que soy yo, no estoy muy seguro.





   Uno de los temas más rotundos, más directos y mejor interpretados, sobre y para el amor...lástima que el audio y la imagen, pierden la sincronización...pero es el mejor que encontré y me gusta por los planos sobre el público; en perfecta comunión con Lluis Llach... incluso si el vídeo no tuviese audio, sería bonito adivinar qué está sucediendo en ese concierto...

viernes, 24 de septiembre de 2010

Una parada en La Gran Vía

   Estábamos de paso por Madrid, recién casados. Íbamos hacia el norte, pero siempre solemos  hacer una parada para reponer fuerzas, descansar y observar escaparates que en nuestra ciudad, no existen simplemente. Entramos en una céntrica cafetería; concretamente en la Gran Vía y nos sentamos en unos bancos con el respaldo encontrándose con el siguiente, en una larga hilera. De imitación piel en negro y bastante antiguos, pero   cómodos. Acogedor lugar que por su ambiente, invitaba a relajarse y guardar el tiempo en una caja bajo llave...comienzas a hablar y el tiempo parece querer salir de la caja que tú has cerrado y lo hace de muchas formas; pero en esos momentos, tú eres el dueño de ese tiempo que no podrá escapar.
   Comenzamos una charla ínfima, que va sucediendo a otra de más interés; recuerdo que le hablé a mi mujer sobre mi paso por la ciudad años atrás,   para hacer el servicio militar y la suerte que tuve al haber caído en el Cuartel General del Ejercito como conductor de un Coronel; hacía más de una década de aquello...aparecieron en escena entonces, las personas con la que viví mi "aprendizaje" militar durante algo más de un año y salieron nombres; recuerdo uno sobretodo: Esperanza. Una chica de la oficina donde yo, debía de esperar mientras el coronel en su despacho ejercía como tal, y yo como conductor; atento siempre a cualquier servicio que realizar. Esperanza era una chica culta e inteligente y pese a no pertenecer al ejército, pues lo hacía como trabajadora civil, era la única fémina de un grupo numeroso en la oficina y, donde se sabía que había una mujer, porque inundaba con su aroma femenino, el aire sobrecargado por el humo, sobretodo, de los allí presentes; y se las arreglaba muy bien para estar, no a la altura, sino muy por encima del resto: dos trabajadores civiles muy bien preparados y encantadores, y enfrente, el grupo militar en sus pequeñas mesas como eran: dos tenientes y un brigada...qué gozada trabajar con esta gente que nada tenía que ver con los mandos del barracón donde dormíamos; qué gozada de conversaciones cada cual más absurda o abstracta con todos los allí presentes ...nadie de mis amigos creía que esto pasaba, durante el servicio militar...pero claro, me pasó a mí...-un tipo con suerte- me decía mi mujer mientras mirábamos la taza de café como si ésta, fuese la máquina del tiempo y queriendo ver al momento, aquello que relataba. Todo esto pasa durante un período de tiempo indefinido, pues yo miraba dentro del bolsillo para tenerlo todo bajo control...y aparece el tema cinematográfico: esta película es mejor que aquella, este director es mejor en este otro en el género musical o la comedia... sobre todo, apareció la figura del genial Woody Allen; así durante largo rato...el tiempo te llama a gritos, mas tú no le haces caso; miras a través del cristal que separa la cafetería del deambular de la gente, y compruebas que la Gran Vía está cambiada; los rayos solares de la tarde desaparecieron y han dejado paso a  la iluminación artificial...ha pasado el tiempo pero  miras dentro del bolsillo de tu pantalón, y compruebas que la caja sigue ahí y está completamente cerrada...
   Continuamos hablando y el café se había enfriado ya. Justo detrás de nosotros, había un grupo de adultos (no más de cuatro o cinco) que mantenían una entretenida conversación sobre cine, inmediatamente me percaté que era una conversación de gente culta y entendida...creo recordar también que apareció el genial director de Manhattan o Annie Hall; había fluidez y un cierto encanto con intercambio de opiniones y pensamientos entre risas que mantenían un clima que invitaba a intervenir...recuerdo haber puesto oido a mis espaldas y miré fijamente a mi mujer; Ana, no te vas a creer lo que te voy a decir -le enuncié- justo a mis espaldas, hay alguien que conozco; he reconocido su voz...
   Sentí que me invadía un miedo atroz, pánico y una timidez extrema, pues sabía quién se encontraba justo en los asientos contiguos al nuestro y que habíamos compartido durante una larga tarde...metí la mano en mi bolsillo, saqué la caja donde guardaba el tiempo, y al abrir la caja, nos levantamos para marcharnos al tiempo que le dije a Ana, que no me equivocaba; estaba allí con el grupo de amigos y continuaban hablando de cine, sonriendo... y creo que no me vio pero daría igual, no me habría  reconocido en aquel lugar, pues nunca habría esperado, como tampoco yo lo esperaba, encontrarnos justo a un metro de distancia...me falto valor para acercarme después de tanto tiempo y decirle: hola Espe, soy Rafa.


   Una secuencia de "Manhattan" película genial donde Allen, ironiza sobre los encuentros casuales y personajes con intelectualidad recargada...y los giros que dan las relaciones humanas. De un estilo narrativo y visual demoledor, Allen nos ofrece una obra maestra.

martes, 21 de septiembre de 2010

Una palabra tuya...

   Recuerdo los años 60 y 70 donde era "arrastrado" por mi hermana, mayor que yo tres años, y por tanto, con total autoridad, a la misa de los domingos...con apenas cinco o seis años, no entendía muy bien que era aquello; pero pasados los años iba atrapando información, que ahora recuerdo con una claridad cuasi reveladora.
   En cierta ocasión, y estando colocado en primerísima fila de bancos, vi alzar la copa al cura haciendo la ofrenda y mirando al techo de la iglesia buscando a Dios, y dijo: "el cuerpo de cristo..." partiendo la hostia consagrada e introduciéndola en al copa de la que se dispuso a beber al tiempo que yo, ni corto ni perezoso, le replicaba en voz alta,  frente al silencio de una iglesia abarrotada que esperaba un milagro, y donde el cura llegó a oir lo que profería mi pequeña bocanada de aire en forma de frase recriminadora: "mira el cura; se bebe el vino, y a mí no me da..." se oyó en toda la iglesia de tal forma, que aún hoy en día, si me acerco por allí, creo oir el eco de la sentencia.
   Como mi diosa madre, de vez en cuando me administraba un poco de vino Santa Catalina,  para ver si se me abría el apetito (¿Qué pensaban la madres en aquellos tiempos...?), esperaba que el párroco, hiciese lo mismo...mas no lo hizo; quedó petrificado en su lugar y creo que si un pintor del siglo XVIII, hubiese querido realizar un retrato del presbítero, lo habría terminado cual fotógrafo deteniendo el tiempo...entonces mi hermana tiró de mí y me sacó de la iglesia en tiempo récord e iluminando con el resplandor de su enrojecida cara por la vergüenza, todo el pasillo central a la vista y murmullos de los allí presentes; que eran tantos, como cabían en la amplia sala.
   Desde aquel día, y hasta el día actual, donde han transcurrido unos cuarenta años, jamás he vuelto a pisar una iglesia en compañía de mi hermana...que fue  lo que ella se juramentó.

   Pero tenía que hacer la primera comunión, y con ello, asistir a las "catequesis"; palabro que nunca entendí y que para mí, significaba solamente, catequesis...es decir, un "tengo que ir" para hacer la comunión; esa fiesta tan arraigada en nuestra sociedad y que perdura con los años y perdurará por los siglos de los siglos, amén.
   Seguía yendo a misa entonces, bien con algún amigo, bien solo pues la iglesia, quedaba cerca de casa. Las calles de entonces, desérticas de tráfico invitaban a la excursión de casa a la iglesia y viceversa. Divertidísimo viaje para ir al confesionario, y desprenderte de todos tus "pecados"...¿Qué pecados puede tener un inocente de seis o siete años..? (si no es pecado ya, ir a confesar!). Una vez que estabas delante de él, veías al cura entre la cortinilla mirándote como queriendo ser telépata y leer en tu mente, mas creo que no lo conseguía; y decías todos tus pecados, por orden alfabético o por importancia de más a menos...yo que sé!; comenzabas pues, y repetías los mismo que la última vez que visitaste el confesionario: he sido malo, he dicho palabrotas...y a veces me quedaba en blanco como diciéndome a mí mismo, que ya no había más; pero el cura, parecía querer más, y entonces repetía lo mismo una y otra vez...hasta que se hartaba de mí, y en nombre de Dios, con un gesto que no sabía que significaba, me largaba y ya estaba  limpio. Cuando salía de la iglesia, me encontraba tan bien, que comenzaba a "pecar" de nuevo; pues sabía que en mi próxima visita, sería perdonado; tan contento yo.



   Aquí ahora, todavía recuerdo cuando el párroco daba la misa y en un momento dado, pronuncia las palabras: "una palabra tuya, bastará para la semana...", eso es lo que entendí siempre mas nunca supe que no fuese otra cosa la que quería decir; que esa frase para mí, significaba que desde un domingo a otro, donde volvíamos a pisar la iglesia, todo lo que había hecho; bueno y malo, regular y demás, le valía a Dios, pues con "una palabra tuya, bastará para la semana" estabas perdonado de domingo a domingo, y yo tan pancho!!...ahora sé que no era esa la frase la pronunciada pero da igual, hace siglos que no voy a misa y entonces, desde el último domingo, hasta el próximo que vaya, estaré perdonado. Y sin confesarme!

sábado, 18 de septiembre de 2010

La memoria impresa

   Una secuencia de una película, una banda sonora y un argumento...todo normal, si no fuera porque estas imágenes, de nuevo, ponen en funcionamiento ese elemento que se esconde dentro del cráneo, cual cosmonauta en su astronave para alcanzar una misión sólo al alcance de unos pocos, y a buen recaudo, pero no seguro del todo, como es el cerebro; éste, comienza a segregar todo tipo de sustancias dopantes que hacen que te sientas bien, que alcances un estado parecido al que en sueños (o en la vida real), levita... mas una de esas sustancias, es una droga segura y hasta la fecha, permitida por las autoridades: las endorfinas...
   Una gran película, con un final aún mejor y enigmático como un crucigrama tridimensional: "Le grand bleu", de Luc Besson y con la partitura de Eric Serra.
   No voy a contar nada sobre el film, pero sería lógico pensar que si opino esto, es por que la he visto varias veces, me ha gustado y he de utilizar el sistema de que me valgo para hacer llegar, aunque sea sólo a mí, el sentimiento o sensaciones, que mi memoria me permite y leer lo escrito por ella... escribo para mí.



   Una forma más del narcisismo puro al que muchos, nos enfrentamos...me recreo en esta secuencia y envidio a Jacques Mayol, pues este film, se basó en la vida de este buceador que además intervino en el guión. Toda su vida, la dedicó al buceo y su pasión por el mar; y envidio al delfín que lo acompaña durante toda la noche hasta el amanecer (no existe el tiempo!), aquí no realiza un "deporte"; está muy bien reflejado, pues en la vida real, él no lo consideraba como tal; sino como una filosofía de vida... y entro en el personaje de Johana, que espera, espera y espera...y la secuencia, te transmite perfectamente qué está pensando, qué hará y que pasará...
  

          "Yo escribo para mí mismo y en un estado de arrobamiento: a) a veces para liberarme de la insoportable tensión o por una sensación de desamparo no menos dolorosa; b) a veces para un compañero imaginario,  para una especie de alter ego a quien honestamente deseo mantener informado sobre una extraordinaria transición en mí o en el mundo, que yo, habitualmente olvidadizo, alguna vez creí redescubrir, en por así decirlo, su virginidad; c) deliberadamente, para sacudir todo lo petrificado y establecido, para inventar...Los lectores me preocupan. Escribo, si os place, para el lector desconocido." 


                   Henri Michaux; poeta y pintor belga, nacionalizado francés (1899-1984)


                                                                "Experimentos con la verdad" Paul Auster


   También encuentro este párrafo interesante; y lo envidio igualmente pues ya me hubiera gustado a mí, (tal como lo pienso) haber sido el autor de esta sentencia...otro día, escribiremos sobre  la envidia.

jueves, 16 de septiembre de 2010

El narcisista.com

   Leí recientemente en la prensa sobre un estudio de una Universidad de Canadá, donde al parecer, los "adictos" al Facebook, son más narcisistas e inseguros que la media. Este estudio se realizó sobre la franja de edad que va de los 18 a 25 años. Venía a decir que los que más entran, alcanzaban unos niveles más bajos de autoestima que el resto (...) . Según los expertos, el narcisismo podría arraigar en una forma de falta de autoestima. Leo los comentarios de los lectores, (para todos los gustos y colores) y estos me dan la idea sobre la entrada para el blog; pues uno de ellos, comenta que: "esto es un abono al igual que los que tienen blog, para su exhibicionismo y publicación de cosas que sólo interesan al que las escribe", más o menos...y estoy totalmente de acuerdo en casi todo lo que leí; realmente veo narcisismo por todos lados, diría que todo el mundo, en mayor o menor medida lo es...
   ¿Acaso no es narcisista el escritor que lanzando su novela, ensayo o libro de poemas al escaparate de la librería, "vende" su sabiduría, reflejada en su obra literaria...? creo que en ese caso, sí lo es. También lo es el médico de familia que te atiende en su consulta cuando acudes para curar un resfriado o un dolor de cabeza...él te mira, te da los buenos días y te dice: voy a poner fin a tus problemas, porque yo estudié medicina y hoy estoy aquí...te recetaré algo porque tú, no puedes hacerlo y yo sí; estoy muy por encima de ti porque fui el número uno de mi promoción...narcisismo puro, creo. Incluso el zapatero de tu barrio que te sonríe cuando le llevas tu par de zapatos para que repare el descosido de uno de ellos ( y el otro que está bien, ¿para qué lo llevas...? mas lo llevas)...él, también te dice lo mismo que el doctor: te arreglaré tus zapatos y tu problema habrá acabado; soy zapatero y tú no; puedo hacer algo que tú no puedes hacer y por tanto, en este momento, estoy por encima de ti... narcisista que es el zapatero!. Cualquier compositor de música, sería igual o más todavía; pues éste te dice: escucha lo que he compuesto, si te gusta, mi ego se elevará aún más...si no te gusta, es que tienes mal gusto o no tienes oido, o no entiendes nada de música...el más narcisista de todos diría yo; y en el caso de la música, Mozart sería entonces el campeón...

   Pues sí, estoy de acuerdo sobre los blogs, y las opiniones de los lectores (por otro lado narcisistas igualmente ellos, pues leen lo que se escribe, para luego dar su opinión al respecto...) sobre el hecho de tener Internet para navegar, buscar, entrar donde se puede y donde no, intentarlo (más narcisismo) y así  "copiar" todo lo que puede servirte, para mostrar tu narcisismo. Mas creo que todo el mundo, lo es. Sin acritud.



   Una muestra de narcisismo en estado puro; aunque en este caso, el personaje tiene doble problema...

martes, 14 de septiembre de 2010

El aroma del pan, el café...y la música

  ¿Qué es el hombre, sino la suma de sus decisiones, sus actos...y sus recuerdos?
   Supongo que cuando a la memoria te llegan imágenes de un pasado reciente, no son tan buenas como las de un pasado más remoto; de décadas o más inclusive...estas están maduradas, más elaborados por esa memoria que a veces también nos engaña, y en la gran mayoría de las veces, "borra" lo más negativo de una vivencia y en cambio, lo "rellena" con añadidos bucólicos o adornos que hasta creemos que sean ciertos...pero esto no importa pues de una u otra manera, te sostienen, te alimentan, te apuntalan y te ayudan a seguir en el camino.      
   Con la música, guardamos recuerdos más elaborados todavía pues es como vivir en una película donde seamos o no los protagonistas, nos gusta añadirla para que esas imágenes de veinticuatro fotogramas por segundo, estén afinadas y sincronizadas, de manera que, podamos soñar despiertos e incluso oler la atmósfera de entonces, donde un horno de pan cercano, de madrugada, trabajaba en la intimidad mientras la gran mayoría duerme...o el olor a tierra mojada, porque en ese instante, estaba lloviendo. ¿Podemos hacerlo, con sólo escuchar un tema musical que guardas en tu memoria infinita...? Creo que sí.



   Oyendo a este grupo, recupero esos momentos de los años ochenta, noventa; cuando trabajando de madrugada, contemplaba un mundo diferente del que la gran mayoría está acostumbrado a ver; por el simple hecho de que la noche cubre al día y lo arropa; diferente a cuando el sol despierta la ciudad y los primeros sonidos que oyes, aunque son de los pájaros, estos, son tapados por el ruido de los coches que ponen en funcionamiento la verdadera ciudad; no hay otro sonido que sobresalga por encima de la procesión de motores rugiendo...pero de madrugada, cuando a penas hay vehículos circulando, también hay ruidos de diferente índole; pero sobre todo, lo que más se aprecia es el silencio a que estamos acostumbrados (que nos es un silencio absoluto; pues sólo en el universo desconocido parece existir...) y desde mi vehículo, adivino al panadero que está sacando el pan del horno, y de paso, empuja a la calle el olor del pan recién hecho, o al camarero del instituto, que preparando la cafetería, me invitaba a un café; el mejor café que haya tomado nunca...y yo, en mi coche, oyendo a Durutti Culumn.

domingo, 12 de septiembre de 2010

La melodía

   De Mozart, dijo en cierta ocasión Bernstein, que nadie le superaba en las melodías de sus obras...esto lo dijo en su programa de televisión "Concierto para jóvenes". Una vez más, no seré yo quien contradiga al genial compositor y director de orquesta, que en general, era un enamorado y gran conocedor de la MÚSICA...
 
   No he escuchado nunca una melodía tan sugerente, triste y evocadora a la vez. De nuevo retorno al genio de Mozart; y con este tema (archiconocido prácticamente por todo el mundo) en el que creo , Mozart se empleó a fondo; y me viene a la mente el momento de su gestación. Mozart conocía a Anton Stadler, clarinetista famoso de la época por la búsqueda del perfeccionamiento del instrumento, que por entonces, era limitadísimo. Muy pocos compositores escribían para este instrumento por su dificultad a la hora de ejecutar una partitura; pero Mozart, me pareció leer en cierta ocasión, quiso dedicarle este concierto a su gran amigo Stadler (masón como él) y gran conocedor de este instrumento. Mozart comenzó este concierto en el año 1791 (concretamente en octubre, en Viena); su último año de vida... fue entonces cuando su amigo Anton Stadler, le presentó el nuevo clarinete basseto...Mozart había comenzado la partitura en Sol Mayor, y entonces decidió cambiarla al La Mayor. Sólo compuso este concierto para clarinete, y dejó una obra maestra; una más...
   Cuando la música de Mozart suena, el mundo calla un poco aunque no lo notemos. Es el big-bang de las notas que suben, se detienen, bajan y resuelven; donde tus neuronas circulan a otra velocidad diferente y en tu universo interior, continúa el devenir del caos y sus consecuencias...siempre positivas cuando de arte se trata.


   Martin Fröst, clarinetista sueco, ejecuta a la perfección como pocos, este gran concierto. En él, utiliza  su clarinete basseto  y llega al registro grave de Do, mientras el clarinete común, sólo llega hasta el Mi. Tal es así, que en la gran mayoría de las interpretaciones de este concierto, el solista, suele utilizar el clarinete en La...y difiere un poco del escrito en el original. Una delicia para el oyente.
  

sábado, 11 de septiembre de 2010

El profesor accidental

   Se me acercó un día de tantos y me comentó si estaría dispuesto a dar clases particulares a una chica joven. No supe qué contestar en primera instancia y le facilité el teléfono. Pasó bastante tiempo, tal vez un  par de meses, y de nuevo me encontré con la vecina que me instaba a lo mismo que el primer día de nuestro encuentro e intercambio de número telefónico. Esta vez, me cogió más de sorpresa si cabe, pues casi había descartado por completo la oferta del primer encuentro; pero dije que estaría encantado e instaba de nuevo a que esa misteriosa chica, se pusiera en contacto conmigo. Pasó de nuevo bastante tiempo y recibí una llamada telefónica de la madre de esta chica para ofrecerme la posibilidad de ayudar a su hija en la materia de música, que era de lo que se examinaba a final de curso...la verdad, no lo dudé y aunque esperaba que fuese mi amiga misteriosa la que se dirigiese a mi, no me importó y quedamos un día concreto para dar comienzo las clases de solfeo. El primer día fue de toma de contacto y comprobé lo joven que era y supe qué estaba estudiando, dónde y cuales eran sus metas...deduje que la música no era una de ellas pero debía de enfrentarse al examen, y necesitaba saber solfeo para pasar la prueba. Rápidamente me percaté de que era buena estudiante a tenor de la confesión de la madre de la chica, por las notazas que sacaba en cada materia...salvo en música. Supe en ese momento que no le interesaba lo más mínimo e hice comentarios sobre la música en general, la clásica... y ya no tuve dudas sobre lo que pensé en mi primera impresión.
   Las siguientes clases (cuando llegaban) veía cómo avanzábamos los dos en la misma dirección: a mí, me venía muy bien pues me ayudaba a recuperar la forma, musicalmente hablando; y a ella, la veía interesada y hasta notaba que estudiaba...avanzaba poco a poco y los exámenes se acercaban. Me puse manos a la obra e improvisé partituras a primera vista en todos los compases posibles, medidas y modos (mayor y menor)...etc. Le animaba continuamente a seguir, y siempre le decía que aprobaría;  pues entre lo fácil que yo creía que era el solfeo básico y su inteligencia,  estaba hecho. No faltaron días en que se suspendía alguna clase por motivos personales (siempre por parte de la joven) y donde siempre llamaba la madre para disculparse y aplazar las clases hasta otra ocasión pues Rocío, estaba muy atareada con los estudios...no me molestaba en absoluto pues disponía de todas las tardes libres y me adaptaba a cualquier horario.
   Deduje nuevamente que la música no era prioritaria en su vida de estudiante y hasta lo creía lógico. Ahora no lo creo así; entonces pensaba que lo más importante eran las demás materias; como si la música fuese un pasatiempo...mas no es cierto; pero siempre tiendes a disculpar pues consideras que lo más importante, siempre está por encima de lo secundario. ¿Pero realmente es secundario este asunto en comparación con otro...? Depende del sujeto.
   No tuve queja nunca en su comportamiento pues siempre las clases eran amenas y creía que en cierta medida, estaba interesada en aprobar y hasta había perdido el miedo inicial y estaba dispuesta a sacar una buena nota. Hasta hubo veces que me llevé el violín a las clases para coger el tono y solfear mientras sonaba la melodía: había cierta comunión y hasta le parecía curioso el instrumento (creo que era la primera vez que veía un violín, y lo escuchaba) acostumbrada como estaba a tener cerca la flauta dulce.

   Pasaba el tiempo, se acercaba la fecha del examen y decidimos doblar las clases; todo iba viento en popa y cada vez estaba más seguro de que aprobaría y de paso, me apuntaba un tanto. Me decía a mí mismo: te ha servido para algo haber estudiado música y pese a no ser profesor, sé que puedo hacerlo...hasta ahí. Un día recibí una llamada telefónica y cuando escuché la voz de la madre, supe qué había pasado; supe que habían terminado las clases y le había vuelto el miedo a la chica: no se presentaría al examen, pues consideraba que no estaba preparada...traté de convencerla de lo contrario e incluso quedar personalmente con Rocío, y hablar con ella para animarla a seguir, estaba dispuesto a ofrecerle  clases intensivas inclusive... pero no hubo forma. Se me dijo que después del verano, y antes del examen en septiembre, podríamos continuar para preparar mejor el examen y colgué con un "de acuerdo" mas supe que nunca volvería esas clases.




   Reflexionando hoy, me he dado cuenta que este dúo fue un fracaso: por parte de Rocío (y sus motivos particulares) al no reunir el valor suficiente para presentase al examen, y por mi parte; pues considero que no estuve a la altura que se merecía o simplemente, no supe prepararme lo suficiente y de paso, tener garantías de estar capacitado para preparar, incluso desde la perspectiva psicológica, a Rocío.

   En los últimos días, le pregunto a menudo a mi mujer si ella me ha visto salir con el violín alguna tarde, si me ha visto con partituras manuscritas o si me ha oído hablar con alguien por teléfono sobre solfeo:  "sí, en septiembre"... a veces creo que son sueños dentro de otros sueños... o me dice mi mujer: cariño...¿Te has tomado la pastilla...? No sé para qué es la pastilla, pero me la tomo.

   

jueves, 9 de septiembre de 2010

Mann, Visconti...Mahler

   "Y juntando las manos sobre las rodillas dejó que sus ojos se perdieran en las lejanías del mar, que su mirada se deslizase, quebrase y confundiese con la vaporosa monotonía del espacio desierto. Amaba el mar por razones profundas: por la apetencia de reposo propia del artista sometido a un arduo trabajo,  que ante la exigente pluralidad del mundo fenoménico anhela cobijarse en el seno de lo simple e inmenso, y también por una propensión ilícita -diametralmente opuesta a su tarea, y por eso mismo, seductora- hacia lo inarticulado, inconmensurable y eterno: hacia la nada. Reposar en la perfección es el anhelo de todo el que se esfuerza por alcanzar lo sublime; y ¿no es acaso la nada una forma de percepción?"

                     
                                                 Thomas Mann, "La muerte en Venecia"



   Thomas Mann, autor de "La muerte en Venecia", fue contemporáneo de Gustav Mahler y casi, casi vecinos (metafóricamente hablando). Cuando Mann escribió esta magnífica obra (que tuve el placer de leer esta verano pasado) era el año 1901 y la culminaría tal vez en 1902.  Posiblemente Mahler y él, nunca coincidiesen, o al menos no me consta...o no he tenido la paciencia suficiente para leer y leer hasta encontrarme con ellos.
   Leí recientemente, que Mahler sabía que nadie reconocería su música hasta pasados cincuenta años después de su muerte. No se equivocó (pasa con los grandes genios) ya que en su época era más popular como director de orquesta y triunfaba con las obras de Beethoven o Mozart...
   A Mann, se le conoce un viaje a Venecia por el año 1911 y parece ser que su novela se gestó en ese viaje..sería en 1912, cuando la escribiría. Mahler, entre 1901 y 1902 escribiría su sinfonía Nº 5, es decir la obra de Mahler, ya existía...Visconti realizó su obra bastantes años más tarde, en 1971; pero esto, lo enfoco de otra manera...
   Mahler y Mann coincidían en una  cosa: eran contemporáneos. Mas yo creo que, como si de un mágico encuentro se tratase, como de un sueño por una persona anónima, los hubiese reunido para que ambos gestasen su obra y ésta, en un futuro predeterminado, acabase en otra obra de arte: Visconti y el cine; su obra maestra. Visconti viaja al pasado para intervenir en la gesta...qué grandes en su particular espacio artístico; cada uno enfocando "su" obra, para terminar en un conjunto virtual donde ahora mismo, podemos disfrutar: primero fue Mann y luego Visconti...sí, Mahler, estaría esperando a que ambos, puliesen su inspiración en un formato único, para poner su partitura: el "Adagietto" de su 5ª sinfonía en do sostenido menor. Todo encajado, hasta alcanzar lo sublime.
    

martes, 7 de septiembre de 2010

El sonido del cristal

  " Para que una obra espiritual relevante pueda tener sin demora una incidencia amplia y profunda, ha de existir una secreta afinidad, cierta armonía incluso, entre el destino personal de su autor y el destino universal de su generación. Los hombres no saben por qué consagran una obra de arte. Pese a no ser, ni mucho menos, conocedores, creen descubrir en ella cientos de cualidades para justificar tanta aceptación; pero la verdadera razón de sus favores es un imponderable: es simpatía."

                                                                                Thomas Mann, "La muerte en Venecia"





   Sencillamente, esta música tuvo que salir desde lo más profundo de Mozart; íntimo y casi metafísico, es posible que estuviese soñando; incluso cuando no lo hacía, lograba convertir la partitura en sueño...una vez más, como decía Mann, Mozart me cae muy simpático.

Yo salto, yo salto


   Eran los años 70 y recuerdo cómo mi padre, nos recogió a mi hermano  y a mí, para llevarnos al campo. A coger yerba pa los conejos -nos dijo mi padre-. Nos fuimos no muy lejos de casa, ya que estaba muy cerca; pues vivíamos en las afueras de la ciudad. Mi abuela Serafina (que más tarde nos enteramos que no se llamaba así, sino Carmen; toda la vida llamándola Serafina, y no era su nombre ...) tenía en el patio de su casa unas conejeras con decenas de estos animalillos que sólo comen hierba, y que había que alimentar. Provistos de unos sacos de tela y algún artilugio para cortar la hierba, nos pusimos en camino. Habíamos recogido bastante; pero como los sacos llenos pesaban poco, se podían recoger varios...caminando en busca de hierba fresca, nos topamos con un obstáculo que franquear: una acequia que yo salté con relativa facilidad (tendría entonces once o doce años), mi padre quería coger a  mi hermano en brazos y sortear la susodicha acequia; en estas, el pequeño dijo muy seguro: yo salto, yo salto...con seis o siete años que tendría entonces, el salto no logró traspasar el gran río que para él representaba, y de un salto, aparecer al otro lado donde yo, esperaba expectante, retándolo con la mirada. Cayó entonces y su pequeño cuerpo, terminó todo empapado al aterrizar en el fondo de la acequia...yo salto, yo salto -decía mi padre imitándolo- ¿Has visto chiquillo cómo te has puesto...? to chorreando...anda, tira p'allá, que te vi a dar asín -decía mi padre recogiendo como podía, a mi hermano de entre las aguas pútridas del torrente donde se había metido. Comenzó a llorar entre asustado y, tiritando de frío; mas creo que no sabía dónde se encontraba...
   La última imagen de la película, que tengo en mi abarrotada memoria, es la de mi padre recogiendo ramas de olivo, madera seca y rastrojo para hacer una "lumbre"...vamos a encender una lumbre y ponemos la ropa a secar, aquí al lado de la oliva esta -dijo para sí mismo y a los que por allí andábamos-. Mi  hermano todavía llorando más; pues en calzoncillos y cerca del fuego, tiritaba de miedo y de frío; mientras toda la ropa era colocada en las ramas del olivo más próximo al fuego. Mi padre no paraba de mascullar cosas ininteligibles: in, in...te, te...manditosea, si es que no pué ser... mientras yo, no paraba de reir con malicia y repitiendo las palabras que seguían rebotando en mi cabeza: yo salto, yo salto...
    No recuerdo cuanto tardamos en reanudar la marcha y buscar la casa, eso sí, teniendo que sortear de nuevo la acequia, pero esta vez en sentido contrario y sin accidente alguno. Hacía frío entonces, por lo que deduzco que debía de ser el mes de diciembre, o enero tal vez.



    A día de hoy, cuando nos reunimos y nos saludamos, todavía decimos: yo salto, yo salto.

domingo, 5 de septiembre de 2010

Un vídeo entre millones

   Me llegó este vídeo a través de una amiga. Conocía mi melomanía, y me lo recomendó. Muchos vídeos cuando los abres (sobretodo a través de Internet) los miras con un poco de expectativa, incredulidad , desinterés o simplemente de reojo para pasar el rato. Por supuesto que hay de todo en la red: de todos los colores y calidades diferentes así como la veracidad de lo que te quieren contar. No es éste el caso, y aunque lo primero que suele mirarse (¡quién me dice que no!) es su duración, no siempre está ligado: corta duración, tiene que ser bueno, larga duración, un peñazo...es decir, miramos también de reojo a ver cuanto dura y si comprobamos que es cortito, decimos: -bueno, voy a mirar a ver que tal...- . Luego, si nos ha gustado o no; total- decimos- he perdido poco tiempo...en cambio, si un vídeo vemos que su duración se alarga demasiado (según nuestro patrón del tiempo) pensamos que se nos hará tarde para esto o aquello, y lo dejamos para verlo en otra ocasión, que casi nunca llega pues siempre tenemos cosas que hacer, sean  importantes o no. Damos demasiada importancia al "tiempo" y queremos ver cosas rápidamente, de corta duración: oir música sin "alma", leer un artículo corto, el titular de una noticia... con tal de pasar el tiempo y así sucesivamente para seguir haciendo "muchas" cosas...en realidad, creo que hacemos poco. 
   A mí, reconozco que también me pasa a menudo, pues siempre tengo en mente hacer todo aquello que digo que haré, y que nunca hago... siempre lo pospongo y de esa forma, ver o escuchar algo con una duración que sobrepase los cinco minutos, me cuesta, pues creo que voy a perder el tiempo...a veces me he sorprendido a mí mismo viendo un partido de tenis en televisión, a la vez que estoy leyendo un libro en el descanso de un partido de baloncesto a través de Internet y, aprovechando de vez en cuando para mirar el correo, el Facebook y de paso, en Youtube...sin comentarios.

   Lucía, que así se llama esta chica (con una sensibilidad especial, y que he visto en ella como en pocas personas) no se equivocaba: te va a encantar- me dijo al finalizar el ensayo del coro-. No se equivocó.

   Como melómano, me gusta; para alguien que no lo es, o no está entre sus prioridades o gustos, le parecerá exagerado. Puede ser; pero creo que lo que quiere transmitir el protagonista, lo consigue y, pese a que a veces, puede parecer "llorón", en definitiva, te mueve los cimientos...de nuevo, a mí me ocurre. 






   Benjamin Zander, ofrece una conferencia y utiliza (por así decirlo) el estilo "Monólogo" en el que a la vez que transmite su discurso, lo hace más ameno y los espectadores, creo que prestan bastante atención esperando el siguiente chiste. Una forma de "hipnotizar" al público; pues mientras utiliza este sistema el espectador, sin quererlo, va  aprendiendo lo que Zander expone.

sábado, 4 de septiembre de 2010

Para Nanilla

   Oí un ruido que me despertó y dando vueltas en la cama, supe que no podría volver a dormirme de nuevo. Era muy temprano y al saber que tenía el ordenador cerca, lo conecté y me puse a navegar por el espacio virtual de un mundo que nunca duerme... dormir por dormir, no debe ser un estilo de vida; mas busqué mientras creía estar despierto, pero me di cuenta que soñaba y encontré lo que andaba buscando...
   
   Cuando desperté me encontré con esto y recordé que una persiana vetusta en su recorrido descendente iba buscando tapar la claridad del amanecer para continuar en el dulce sueño que arropa al niño que hay en la habitación contigua...


   Puerto calmo de abrigo
   un futuro mayor
   aún no está perdido
   en el presente temor
   no tiene mucho sentido
   ya no esperar lo mejor
   viene de la niebla saliendo
   la promesa anterior
   cuando contemplé 
   a lo lejos del mar
   ahí me postré
   parada a mirar
   si yo canto a voluntad
   canto a tu despertar
   y abrazando a la nostalgia
   canto para pasar el tiempo
   cuando avisté
   a lo lejos del mar
   ahí me postré 
   parada a mirar
   cuando contemplé 
   a lo lejos del mar
   sin querer me dejé ahí postrada.


   
   

Regalo para Ronnie

   Rosie es una anciana de avanzada edad pero mentalmente sana. Un día decide salir a buscar un regalo para su nieto Ronnie. Coge el autobús que la lleva al centro urbano, ojea escaparates; esto le lleva tiempo y se lo toma con calma. Aunque no sabe qué regalarle a Ronnie, recuerda que éste, es un fanático del jazz y como dispone de poco dinero, no cree poder comprarle un instrumento caro como podría ser un saxo, un clarinete...recuerda un viejo local de instrumentos musicales pero está apartado del centro; sube a un autobús y baja en la parada próxima al establecimiento. Se ha hecho tarde pero estos locales tienen abierto hasta bien entrada la noche. Lo primero que ve en el escaparate que le llama la atención, es una armónica. No se lo piensa dos veces y decide que ese será el regalo que reciba Ronnie, en el día de su 17º cumpleaños. La armónica llevará una dedicatoria grabada y le comenta al encargado, si podría hacerla al momento o tendría que recogerla al día siguiente; éste le contesta que podrá realizar el grabado y llevársela en unos minutos.
   Rosie recuerda que no está muy lejos de casa si coge algún atajo; y decide caminar. La mente está fresca, pero no así su débil cuerpo. Penetra por un callejón oscuro para acortar el camino; tiene miedo pero está ansiosa por llegar a casa. Cuando lleva recorrido medio camino, oye unos pasos a lo lejos, que acelerados, corren hacia donde ella se encuentra. En pocos segundos, siente como le dan  un tirón, le arrebatan el bolso y cae al suelo; con tan mala fortuna que se golpea con el bordillo de al acera. En su mente sana, se hace la oscuridad.
   Cuando a la mañana siguiente la policía encuentra el cadáver, comprueban que todas sus pertenencias las lleva consigo, no le falta nada aparentemente, todo parece indicar que la anciana sufrió un mareo o una indisposición y al caer, se golpeó con el borde la acera... debió morir por una hemorragia interna o algo parecido. Ponen en conocimiento del caso en manos del juez, y lo comunican  a sus familiares más próximos. La autopsia revelará que fue una muerte accidental, por caída y traumatismo craneoencefálico; al no existir forcejeo alguno, pues todo ocurrió de una forma rápida y limpia, no hay evidencias de que su muerte fuese producida por un simple tirón. 

   El día de su funeral, estaba toda la familia presente y Ronnie,  estaba tan triste que no podía emitir palabra alguna. Introdujo la mano en el bolsillo de la chaqueta y sacó una armónica para entonar un balada triste...en la carcasa podía leerse " De Rosie, para Ronnie. Con cariño".


jueves, 2 de septiembre de 2010

"Arisco": guardián por una noche

   Merodeaba cerca de nosotros y esperaba algún bocado que no llegaba. La hora de la merienda había pasado y como nunca nos sobraba nada (en la merienda no), el gato menos avispado nos seguía; pero parecía apreciar que se iba a quedar sin merienda. Podía leer en su pequeño cerebro que aun no comiendo, estaba acostumbrado y preparado para buscarse algo que devorar, siempre con avidez. Nos acercamos al gallinero y soltando la soflama tópica, iba Jose, metiendo las gallinas una por una en su cobijo. Éstas, eran reacias como siempre; pero acababan obedeciendo por temor al silbido de las piedras que rozaban su pequeña cabeza. Nos llegaban con frecuencia, comentarios del encargado del cortijo, y al parecer, dueño de las ponedoras, que éstas, siempre le iban menguando cada vez que las contaba.

   Amaneció como todos los días en el cortijo, pero unas horas más tarde que el gallo hubiere cantado desde el interior del gallinero...para qué madrugar tanto!, - nos decíamos-, si estamos de vacaciones. Jose se dispone a la función que tiene encomendada todos los días, y sin cobrar por ello un céntimo: soltar las gallinas menguantes para disfrute de éstas; y por todo el cortijo sin que nuestra presencia resultara molesta en absoluto para su tranquilo caminar. Gallinas por todo el cortijo; incluido garaje, piscina y aposentos si se precia.

   Habiendo dado de desayunar a los gatos, Jose ve como estos, van menguando en número como si de gallinas se trataran. Falta uno!...- dice a Raquel- voy a ver si lo encuentro y de camino, saco a las gallinas.
   Encuentra al gato de sopetón y éste, le dirige una mirada soñolienta o angustiosa y, como si de un gran telépata fuese, le transmite: - menuda nochecita he pasado, toda la noche sin pegar un ojo y todo por tu culpa...aquí dentro con estas ratas de corral, subido en lo más alto que he podido para no caer y ser pasto de sus afilados picos...esto no me lo haces más!- parecía querer decir "Arisco". Vamos; si en ese momento hubiese hablado, juraríamos que esas hubieran sido sus palabras...mas no habló.
   De ello estábamos seguros; "Arisco" estaría toda la noche en el filo del tabique, pensando tal vez, que si caía por un descuido, sería devorado por las "menguantes". Luego no durmió...
   
   ¿Quién le manda al gato meterse en el gallinero...? Menuda noche que pasaría con el cacareo interminable de la veintena de ponedoras, más el gallo... "Arisco" nunca se dejaba tocar, y desde aquel día, menos aún.

   El misterio de las gallinas menguantes, es otra historia...

Fotografía de Jose Miguel Ordóñez